Page 300 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia
MEBISOR: «me siento parte de una comunidad que está en todo el mundo».
Ahora bien, el sentimiento de pertenecer a una gran comunidad global no
anula en absoluto los procesos de diferenciación entre distintos grupos ubicados
en determinado contexto local como ocurre en la Ciudad de México. Lo singular y lo
plural no refieren a fenómenos mutuamente excluyentes. Comenzar a aprender se-
ñas con determinada colectividad, tiene implicaciones en cómo se concibe el mundo
y en las prácticas sociales que se realicen.
El último tramo de este capítulo pretende abordar algunas de las consecuen-
cias que se desprenden del hecho de haber comenzado a aprender e interactuar con
otros sordos por medio de determinado grupo. Aunque cada uno ejerce una influen-
cia particular, me concentro en tres casos para ejemplificar: la familia, la religión y la
asociación civil. Una vez más, subrayo que se es sordo, pero siempre es «algo más»
y ese «más» produce importantes diferencias entre unos y otros. Probablemente
la mayoría comparta la experiencia de haber transitado en menor o mayor medida
por el sistema de rehabilitación. Asimismo, puede ser igual de significativo el hecho
de comenzar a aprender señas y mediante ese idioma socializar con más sordos,
independientemente del grupo y lugar que «patrocine» la entrada a la comunidad
lingüística en general. Sin embargo, difieren las consecuencias relativas a la incli-
nación por determinadas prácticas sociales y a la construcción de identidades y de
subjetividades particulares. En realidad, no es muy distinto de como sucede en el
mundo oyente que comparte una misma lengua: se puede hablar español, aunque
la identidad lingüística es una entre otras. Sin embargo, también se plantean varias
diferencias.
Primero, como he expresado, la lengua dominante se impone sobre los
sordos. Segundo, también señale que, a diferencia de la mayoría de los sordos, los
oyentes tendemos a acceder a la lengua materna en el contexto inmediato espacial
y temporalmente. Tercero, en un contexto dominado por la lengua oral mayoritaria,
la identidad lingüística tiende a ser menos relevante; no así para quienes forman
parte de una minoría lingüística. Por ello, no pocas veces se ha dicho en el contexto
de la comunidad que ser sordo es similar a vivir como si fuesen extranjeros. Cuarto,
como se mostrará con más precisión en el siguiente capítulo, ya sea por iniciativa
propia o por influencia oyente, las personas sordas están accediendo cada vez más
a ámbitos sociales dominados por oyentes, de los que anteriormente eran excluidas.
Estas inserciones incrementan la diversidad de participación, pero también la di-
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