Page 495 - Más allá de la razón oyente digital digital
P. 495

¿Quién es el sujeto Sordo? Capitales comunicativos y liderazgo



                Yo respeto a las personas que oralizan, es su vida, así se educaron, así crecieron como los sordos
                que aprendieron señas desde chicos, pero hay una cosa: los sordos que oralizan para un debate
                político no, no, eso no nos conviene. Se pierde la imagen porque nosotros estamos exigiendo la
                lengua de señas como derecho, la defensa de la lengua de señas y pues si el sordo está hablando,
                está oralizando, pues eso no nos conviene. A lo mejor en su vida, en su trabajo, con su familia,
                con sus amigos, ellos están acostumbrados a oralizar, pero para algún debate político con algún
                diputado, algún senador o algún gobernador incluso, pues no, no, se pierde la imagen que nosotros
                estamos defendiendo (Alondra).

                 Diversas organizaciones están luchando para que se reconozca la lengua de se-
          ñas como la lengua materna de las personas sordas y que sea esta con la que se instruyan
          desde los niveles básicos de educación. Para dicha tarea, las organizaciones citadas lle-
          van varios años participando en distintos foros, algunos organizados por los diferentes
          niveles y áreas del gobierno. De ahí que se pida utilizar únicamente LSM en los discur-
          sos, de lo contrario se entendería como una contradicción: se presentan hablando con
          voz, pero exigen LSM. Bechter capta esta ambivalencia e indica que aun cuando acudir al
          idioma oral (él se refiere al inglés) pudiese resultar crucial para el discurso de personas
          sordas en la esfera pública, no es más crucial que el expresarse en lengua de señas.


                 Bechter niega que se deba comunicar de manera oral porque se piense que
          «después de todo, es un mundo oyente» o, agrego, porque se crea que sería una me-
          jor manera de transmitir el mensaje y de convencer a la «audiencia». Sin embargo,
          es preciso indicar que la idea de que hay a quienes no les conviene que otros sordos
          hablen con la voz y que es una forma de ejercer control desde quienes no la poseen,
          no contradice la otra idea de que, al presentarse hablando en lengua de señas, se
          busque que dicho idioma adquiera legitimidad.

                 Para agravar más los dilemas, algunas personas me comentaron que incluso
          sordos que se oponen al uso de la voz en público, en determinadas situaciones la
          llegan a reproducir. 226   En mi experiencia, efectivamente, hay quienes articulan la
          voz en mayor o menor medida, aunque no supe si precisamente forman parte de
          quienes se oponían a su utilización en el espacio público. En todo caso, consideré
          que esta situación podría ser un resquicio o secuela de la fuerza que ha tenido el
          oralismo y de la presión que muchas veces se sigue generando sobre las personas
          para que lean los labios y se expresen por medio de la voz.

          226   Tucker (1998) enfatiza que muchos líderes sordos saben Lengua de Señas Americana (ASL) y hablar (con la voz) un
               inglés «perfecto». No obstante, en su discurso pretenden negar a las nuevas generaciones el acceso a la lengua oral;
               una lengua de la que ellos mismos se han servido y que, según Tucker, les permitió convertirse en líderes. En México,
               sin embargo, este fenómeno no es precisamente así.

                                                495
   490   491   492   493   494   495   496   497   498   499   500