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¿Quién es el sujeto Sordo? Capitales comunicativos y liderazgo




                 Sin embargo, la voz política de los sordos no implica que la voz fisiológica
          haya desaparecido. La voz política y la voz orgánica, esta segunda como resultado de
          las prácticas de oralización, se entrelazan en un álgido debate desplegado al interior
          de la comunidad Sorda; ¿qué perspectivas y posiciones suscitan estas presencias
          encontradas? Para analizar los vínculos entre ambas formas de la voz, ofrezco discu-
          tir; 1) el carácter estético de la voz y sus vicisitudes; 2) las conflictividades sobre el
          uso de la voz en la socialización cotidiana y; 3) la regulación colectiva sobre los usos
          públicos y privados de la voz.


                 En mi opinión, el estudio de Breivik (2005) sobre identidades sordas en No-
          ruega es de los pocos que recoge algunas de las preocupaciones que acabo de plan-
          tear, es decir, situaciones en las que el uso de la voz entra en conflicto. Sin embargo,
          su tratamiento se encuentra disperso a lo largo de las distintas narraciones de corte
          biográfico que recupera. Esto significa que, al abordar distintas biografías de per-
          sonas sordas, una por una, el tema sale a la luz sin que sea directamente un objeto
          de estudio. Tucker (1998) y De Clerck (2010a) por su parte, también dan cuenta de
          algunas vicisitudes ancladas al uso de la voz, aunque tampoco es asunto central de
          sus indagaciones. A lo largo de este apartado recurriré a sus trabajos con la finalidad
          de iluminar o retroalimentar determinados pasajes etnográficos.

                 El uso de la voz entre sordos se ha alentado, pero en detrimentos de las se-
          ñas. Jorge, profesor del Centro Clotet, recuerda las antañas políticas del IMAL: «no
          permitían la lengua de señas, ¿por qué?, por la teoría de que si tenías un poquito de
          restos auditivos los ibas a perder y que, si hablabas un poquito y utilizabas las señas,
          ibas a perder la voz... mitos». 224  Enseguida, Jorge añadió que a menudo se confundía
          la voz con la inteligencia, pero «la inteligencia no es la voz, no es el sonido», conclu-
          yó. Mariel, de hecho, fue objeto de estas ideas:
                A mis papás no les gustaba, no querían que yo aprendiera (señas). Antes pensaban que iba a
                perder mi oralidad por convivir con personas sordas, pero eso me ayudó para poderme manejar
                dentro del Metro, poder leer mapa y mis papás se dieron cuenta de que yo tenía experiencia por
                haber convivido con mis amigos sordos (Mariel, participante de las actividades de IncluSor).

                 No precisamente con  oralización  y español  escrito, Mariel  declara  haber
          aprendido aspectos esenciales para el desarrollo de la autonomía y la movilidad.

          224   Breivik (2005) expone el caso de una persona que comentaba tener miedo de que su voz se «destruyera» a causa de
               poner en práctica las señas. Por esta razón decidía «hablar» (con la voz) y hacer señas. No obstante, como se verá más
               adelante, esta práctica comunicativa dual es susceptible de generar molestias entre algunos sordos.


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