Page 482 - Más allá de la razón oyente digital digital
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Gabriel Tolentino Tapia




               Al hablar de la relación entre sordos y voz, uno de los temas que está toman-
        do auge es el tecnológico. En efecto, actualmente múltiples investigaciones aplica-
        das desarrolladas especialmente en Asia están buscando efectuar traslaciones de
        las señas a voz o escritura (Taralekar et al., 2022; Potdar y Yadav, 2014; Suresh et al.,
        2020; Foong, Low y Wibowo, 2012; Havalagi y Urf, 2013). Más allá de ser dispositi-
        vos tecnológicos relativamente incipientes, el problema sigue siendo el fundamento
        moral y audista que promueve su desarrollo, pues dentro de la literatura se halla
        un discurso según el cual los sordos tienen un problema para comunicarse con la
        mayoría que es «normal» desde el punto de vista comunicativo. En este sentido,
        gran parte de la tecnología busca codificar las señas en idiomas orales y escritos, no
        así en el sentido contrario, es decir, convertir la voz y la escritura en señas como sí
        intentan Aminur et al. (2020).

               En ciencias sociales el vínculo sordos-voz es analizado particularmente des-
        de la dimensión política y la representación. Una de las maneras más comunes de
        examinar esta relación es desde la interpretación de señas. En efecto, la interpreta-
        ción es concebida como un acto que representa y da voz a los sordos en el sentido
        del habla oral, pero también político (Shambourger, 2015; Padden y Humphries,
        2005). Asimismo, con la presencia cada vez más común de sordos en programas
        de televisión, también ha comenzado a debatirse cómo es que se representa su voz
        (Rayman, 2010).

               La discusión también se extiende a la investigación, relacionándose con las
        formas de representación de los sujetos. Dentro de las ciencias sociales es común ha-
        llar la idea de que estamos «dando voz» a la gente «sin voz». En los estudios Sordos
        no es la excepción: los autores que proclaman esta virtud se refieren a la dimensión
        política de la voz en sujetos «silenciados» o invisibilizados, su escucha (Ballenger,
        2016; Garay, 2002, 2003; Harrison, 2018; Puzio, 2020; Ram, 2010; Terry, Nguyen y
        Malatzky, 2017; Walsh, 2020) y el modo en el que una cultura no letrada ni oral es
        representada académicamente por medio de idiomas orales y escritos (McCleary
        2003; Stone y West, 2012).


               Aunado a la representación y el dar la voz, mucho se ha discutido sobre la
        voz propia de los sordos y su enunciación en la esfera pública. Junto a la audición,
        la voz es algo más que cualidad fisiológica; es política. Para afrontar el problema de
        la «voz sorda» hubo que desafiar las nociones de mudez y silencio adjudicadas a los
        sordos. El desacuerdo con la primera característica no se debió únicamente a que



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