Page 145 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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aleja de los dispositivos legales existentes, o estos son percibidos como insuficientes,
se suelen buscar alternativas al margen de la legalidad. En la medida en que estas
alternativas llegan a confundir la defensa de los derechos con la acción punitiva
sobre otros que presuntamente los vulneran, puede llegarse al ejercicio de acciones
que sobrepasan los límites de la defensa y convertirse en un ataque franco que derive
en distintos niveles de violencia que se asume como forma de contrarrestar un acto
de violencia previa, lo suele favorecer un incremento generalizado de la violencia,
no solo por aquellos que la ejercen de antemano, sino también por quienes la usan
como una forma lícita de defensa, más aún en contextos en los cuales, en términos
macro, estén ocurriendo crisis económicas o sociales de tal calado que la normalidad
se ve progresivamente degradada, con lo cual se inserta una variable mayor de
conflictividad en las relaciones que los individuos establecen en lo cotidiano.
Aquí podemos recuperar las reflexiones planteadas por autores como Carlos
Vilas (2005) y Fuentes (2005), quienes coinciden en hablar de que la etapa neoliberal,
en países como México, ha implicado un trastocamiento profundo de los acuerdos
y condiciones que en cierta manera impedían que los linchamientos fueron algo tan
abierto como lo son en la actualidad. La marginación creciente y el aumento de las
disparidades socioeconómicas de la etapa neoliberal se colocan en ese plano de
entendimiento y coinciden con lo que Gamallo expresa recordando a Slavoj Zizek
que, la violencia es una respuesta automática frente a procesos políticos y sociales
que generan exclusión; que la violencia interpersonal y subjetiva es reflejo de la
violencia objetiva y de carácter sistémico que caracteriza a la explotación en el
capitalismo actual (2012: 47).
Se trata entonces de una situación en la que la terrible violencia directa
implicada en los linchamientos sería un efecto de la violencia estructural que ejerce
el modo de producción, porque el capitalismo, más aún en su versión neoliberal, no
sólo es una forma económica neutra, sino también es un todo generador de formas
simbólicas y relacionales críticas pues, como indica Vilas, “la amplia reestructuración
socioeconómica e institucional de México en las décadas de 1980 y 1990 introdujo
modificaciones de grandes proyecciones en la vida cotidiana de la gente, cuestionó
certidumbres y alteró rutinas” (2005: 20).
Ante un incremento generalizado de la violencia como un medio de asumir
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