Page 153 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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VIII. La inmolación

                     Cuando las autoridades no logran evitarlo, la muerte de la víctima resulta
             inminente. El castigo es excesivo para soportarlo. En muchos casos, aun con el cuerpo
             ya sin vida, el castigo continúa. Prender fuego al cuerpo de la víctima, incluso estando
             todavía vivo, es una práctica recurrente como último acto del linchamiento. Al respecto
             y desde el ejemplo de los encuestadores linchados en Ajalpan, Pérez indica que “resalta
             el  uso  del  fuego  como  última  herramienta  de  castigo  infligido  sobre  los  hermanos
             Copado Molina, ya que su intromisión invitó a admirar el poder del tumulto mientras se
             gritó, aplaudió, chifló, o se tomaron selfis de espalda a la hoguera” (2022: 108).

                     Como  puede  verse,  además  de  los  actos  directos,  hay  múltiples  actos
             simbólicos que rodean el fenómeno. La inmolación aparece como la representación
             del acto final del castigo y es, a la vez, su representación máxima. El cuerpo pierde la
             vida, pero el castigo permanece. A partir de ese momento, se concatenan las causas,
             el acto, y todas sus consecuencias.

                     Sumariamos aquí un aspecto propuesto en otro momento y del que a
             continuación hablaremos: que el acto de linchamiento hablaría de un ejercicio cruel
             del poder que se presenta por una suerte de dispersión de la responsabilidad gracias
             a que se actúa en forma tumultuaria, pero es también una modalidad sui géneris de la
             tortura, en la que intervienen todos los elementos hasta aquí señalados y en la que el
             cuerpo del inmolado se convierte en el vehículo de un siniestro empoderamiento que
             es, al mismo tiempo, un acto de venganza que brinda la satisfacción de afirmar un
             entendimiento subjetivo de lo que un culpable merece.

                     La correlación entre linchamiento y tortura se establece en tanto que, en el
             proceso, se transmutan los roles. Si bien la tortura suele ser generada por los agentes del
             Estado en su posición de garante, y el linchamiento es un acto surgido de los propios
             miembros de la comunidad, estos, en su empoderamiento, toman el papel de garante,
             asumiendo el rol que, en condiciones de normalidad, sería privativo del Estado. Esta
             transmutación se complejiza en la medida en que, a pesar de no  tener condición
             de autoridad, la multitud toma ese papel y lo desempeña de acuerdo con lo que
             la efervescencia del momento le produce, atravesando todos los límites en que los
             propios miembros de la multitud, de manera individual, considerarían pertinente si no




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