Page 154 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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se encontraran representando el rol de autoridad cuyos límites se desvanecen en el
espectro de la multitud enardecida.
Este proceso de transmutación se convierte en una constante durante todo el
proceso. El sujeto-individuo pasa de ser víctima a un sujeto-multitud victimario. A su vez,
el sujeto asumido como presunto criminal pasa a la categoría de sujeto criminalizado.
La multitud pasa de subordinación a la autoridad, y a los presuntos crímenes ejercidos
sobre ella, a ser ella misma la autoridad y la ejecutora del castigo que supone necesario
y ejemplar. Por su parte, la víctima del linchamiento pasa de supuesto criminal a víctima,
de sujeto concreto a la abstracción del crimen pasado, presente y por venir. Así, incluso
el tiempo del acto se transfigura, tanto por las deudas pasadas y futuras que pretenden
ser resarcidas en el acto presente, como por las consecuencias que se extenderán a
lo largo del tiempo y que atravesará generaciones que quedarán marcadas por un
fenómeno de tal envergadura.
IX. La pena comunitaria
Consumada la tragedia, pareciera que los responsables no saben qué hacer
con el tamaño de lo que han hecho. Los actores políticos se ven compelidos a fijar
posiciones y a rechazar la barbarie, mientras los medios de comunicación colocan al
barrio o al poblado en el centro de un escándalo que puede alcanzar proporciones
internacionales durante varios días o incluso semanas. Se hacen reportajes sobre ese
caso que, para muchos, demuestra que el ser humano es una especie cruel, vil y
desalmada. Todo ello pesa como una lápida sobre el lugar de los hechos y entre
los habitantes comienza a correr una suerte de resaca comunitaria que se expresa
en el silencio de muchos, en la exculpación personal de otros sobre sí mismos y en
el señalamiento de “los verdaderos culpables”, si es que las autoridades ya han
realizado arrestos:
“Para mí el primer culpable es el que cuidaba las vacas, que fue
el que agarró primero al muchacho, y después el presidente
auxiliar, Epifanio Aranda, él estuvo en el lugar, ¿es que no
pudo hacer nada?”, dice Margarita, la madre de uno de los
arrestados, Abraham N. “Mi hijo no es culpable, solo estaba
de mirón, no se puede detener a alguien solo porque aparezca
en un video”, sostiene la familia. “Entraron a la casa pateando
todo y sin mostrar la orden de aprehensión” (El País, 2022).
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