Page 159 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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fuertes contradicciones de orden social que les someten a un estrés cotidiano y
opresivo pues “se trata de sujetos que se perciben vulnerables y humillados (a menudo
con mucha razón) quienes de frente a un estado de cosas precario y hasta caótico,
tienen una oportunidad de reivindicar su subjetividad dañada por el delito a través
del cuerpo del individuo linchado” (García y Martínez, 2021: 34).
No obstante, a pesar de esta percepción en muchos de aquellos que llegan
a participar en actos como éste, no debe suponerse que este tipo de acciones
son inherentes a cualquier persona en condiciones semejantes pues es cierto
que las comunidades e individuos oprimidos, ofendidos o precarizados no suelen
resolver sus resentimientos y temores a través del linchamiento. Más bien, deberán
reconocerse como elementos que son parte de la complejidad del fenómeno en el
cual se involucran, tanto estas características, como los demás elementos ut supra
mencionados. En ellos también tienen su papel aspectos circunstanciales que en
ocasiones funcionan como detonadores de la violencia en escalada, como es la
viralización de rumores y la actuación de individuos que incitan a sus vecinos hacia
estos actos, de tal manera que el complejo crítico que lleva a la consumación del
linchamiento, se presenta en forma ocasional.
En fin, que, cernidas las cosas con ese tamiz, podemos decir que mientras
en los actos de tortura convencional atestiguamos un ensañamiento perverso con
el cuerpo ajeno que los victimarios ejecutan persiguiendo un fin represivo, cuando
el linchamiento ocurre, el ensañamiento funciona como un dispositivo sui géneris de
justicia punitiva y de descarga de una subjetividad fragmentada por las situaciones
opresivas en lo cotidiano. En otras palabras, aquí el punto de atención se enfoca
en los procesos psíquicos que se presentan en quienes ejecutan el acto, por ello,
alumbrar estos aspectos conviene a la hora de ligar a los victimarios con los contextos
en los que han sido socializados.
Esto permite comprender mejor al linchamiento como fenómeno, e incluso,
facilita visibilizar mejor las responsabilidades de los actores políticos que representan al
Estado, si pensamos que en el tema del linchamiento es inevitable referir la culpabilidad
por negligencia, omisión, incompetencia o incluso complicidad de las autoridades y
además, da pie a una crítica sistémica pues se corrobora en forma descarnada las
anomias extremas que, haciendo caso de la lectura de Fuentes (2005), la etapa
neoliberal del mundo se ha encargado de agudizar en sociedades como la mexicana.
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