Page 181 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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diferencia y, con ello, a una herramienta mental que orienta la forma de habitar el
             mundo. El juicio, la facultad más política de todas, es la función del pensamiento
             que orienta la posición y el modo de habitar el mundo, de convivir con los demás
             y de  establecer  un  campo  de  sentido  singular  y colectivo.  Por  el juicio se  puede
             comprender lo nuevo, lo inédito, lo escabroso. Los actos humanos más terribles son
             susceptibles de ser incluidos en el juicio singular como condición de su valoración.
             Con los linchamientos se evita el juicio singular y se dispone la acción a través de un
             juicio que viene de una instancia distinta, una instancia otra. Sean mensajes de texto,
             noticias, rumores, gritos, consignas, dictámenes enardecidos que cancelan el juicio
             y la libertad, que conducen a la reproducción colectiva de hechos y palabras, con
             resultados funestos en ocasiones. El mundo de sentido generado por el juicio convoca
             a la contrastación, al debate, al encuentro en el mundo y no fuera del mundo. Esta
             alienación del mundo, cada vez única e irremplazable, aparece en los linchamientos.

                D. LINCHAMIENTOS Y RESPONSABILIDAD COLECTIVA. A MANERA DE CONCLUSIÓN

                     Los linchamientos no surgen de manera espontánea, ni tampoco se atribuyen
             de manera unívoca a motivaciones singulares de quienes los realizan, ni tampoco se
             reducen a los distintos elementos culturales y estructurales de ciertas coordenadas
             enunciadas. Las violencias estructurales, emergentes, la crisis de gobernabilidad y los
             elementos subjetivos señalados en esta reflexión son factores que anteceden y que
             pueden ser considerados para la comprensión de este fenómeno.  Especialmente
             en  el Estado  de  Puebla,  donde  la generalización  de  la violencia no  solo  produce
             actos delictivos, sino que genera también disposiciones éticas, morales y sociales que
             son relevantes para garantizar la vivencia de los derechos humanos fundamentales,
             especialmente en los procesos de transición democrática vividos en los últimos años.

                     Si las violencias pueden  ser  consideradas como  fenómenos  sistémicos,
             también la movilización de instancias simbólicas, reflexivas y de sentido, pueden ser
             consideradas en la construcción de espacios de convivencia movilizadas por vínculos
             ciudadanos atravesados por el buen vivir. Si los linchamientos son una alternativa que
             cristaliza un cúmulo de antecedentes de violencia, estos no son una cadena unívoca
             y necesaria, sino una posibilidad entre otras de dirimir los desacuerdos y de atender
             las  sedimentaciones simbólicas  de la  enemistad. En los territorios  impregnados de
             violencia, la ingobernabilidad es una experiencia degradante y cruel, en tanto que
             disemina los miedos y las hostilidades se diversifican. En este sentido, tanto las personas,


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