Page 139 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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Para poder comprender el fenómeno del linchamiento desde una perspec
tiva multidimensional, es preciso reflexionar sobre todos los elementos que lo compo
nen, no solo en el acto concreto, sino en los factores que lo producen, en las con
secuencias que genera y en las explicaciones sistémicas que se despliegan como
escenario de fondo de su ocurrencia. Para ello, comenzaremos por desmitificar algu
nos supuestos que son creencias muy extendidas a causa de su difusión por distintos
medios.
III. No es privativo de un grupo o una localidad determinados
Uno de los mitos más comunes acerca del linchamiento es que es una práctica
que corresponde solo a grupos con características geográficas, étnicas o educativas
específicas. Sin embargo, a lo largo de la historia de la humanidad podemos
reconocer infinidad de casos que se adscriben a este tipo de procedimientos,
en donde una multitud, en nombre de principios que considera legítimos, toma a
una o a varias personas y las enjuicia o ejecuta por mano propia. Los movimientos
independentistas, las revoluciones, las guerras civiles, están plagadas de ejemplos de
este tipo. De hecho, el término linchar surge en los Estados Unidos de América en 1780,
cuando Charles Lynch ejecutó a un grupo de conservadores sin un juicio previo, lo
que fue conocido en aquel entonces como la “Ley Lynch”; de este acontecimiento
se generalizaría el término para referirse a las ejecuciones sin juicio previo.
Lo anterior, nos permite observar que, aunque podríamos atribuirle
características específicas de acuerdo con el momento histórico o las condiciones
socioculturales de una colectividad, el ejercicio de linchamiento es una práctica que
no es privativa a una época o población específica, lo cual desarticula el mito de
que corresponde solo a condiciones étnicas o socioculturales determinadas. Resulta
muy importante hacer esta aclaración debido a que, en México, a través de distintos
medios que inciden en la opinión generalizada de la población, se suele suponer
que es más recurrente en grupos indígenas o poblaciones cuyas características
socioculturales propician estas prácticas. Otro elemento para desarticular esta
perspectiva es que, como se ha mostrado anteriormente, del número total de casos
de linchamiento registrados en el Estado de Puebla en 2020, el 45.3% ha ocurrido en
la capital (García y Martínez, 2021: 9); es decir, entre una población urbana, mestiza
y con un nivel de educación al menos básico en su mayoría.
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