Page 167 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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popular, sin freno alguno, pusieran en cuestión una expresión política determinada. Es
decir, en función de un consenso establecido por una colectividad, cuya deliberación
se funda en la indefensión radical de la colectividad ante el riesgo posible de su
propiedad o de las instituciones, se interpreta esa indefensión en términos de poder y
de la propiedad. Esto constituye el núcleo de la diseminación de la violencia que se
propaga con un carácter ambivalente: protege porque juntos hacen justicia, porque
así es poderoso y eso mismo lo hace temible.
La acción violenta de unos ciudadanos contra otros que presuntamente han
cometido delito o violado una norma social, detona un proceso de diseminación
donde el conjunto de representaciones agresivas de la alteridad aparece vinculado,
sin medida y sin mediación, a una significación identificatoria agresiva y hostil para
un marco social sensible. Lo distintos mecanismos de transmisión se detonan desde
coordenadas diferenciadas para cristalizar un linchamiento y generar que una
multitud realice actos de violencia paralegal en contra de una o varias personas
sospechosas, donde se ejerce la fuerza física en forma de castigo de un agravio
supuesto o real (Fuentes A. &., 2001; Vilas, 2001; 2005).
La diversidad de posturas y definiciones muestran la complejidad del
fenómeno del linchamiento (Kesler, 2009; Lossio, 2008; Meneses, 2016; Aguirre, 2018)
y las variaciones conceptuales remiten a una pluralidad de miradas y disciplinas que
abordan un hecho social. Considerando lo anterior, los linchamientos en Puebla
muestran un conjunto de características cuya singularidad se distingue de otras
expresiones en el mundo. Tadeo Luna (2021), quien sigue las propuestas de Berg y
Went (Berg, 2011), aborda la necesidad de aportar elementos que singularicen
los linchamientos en función de una mayor comprensión. En este sentido, con la
voluntad de garantizar que los delincuentes no vuelvan a victimizar a nadie, los
perpetradores ejercen el linchamiento como una incapacitación paralegal e informal
hacia los presuntos responsables (Tiwa, 2022; Ashraf, 2021). Más todavía cuando los
linchamientos se realizan en ambientes donde existe una complicación tensa del
Estado y diferentes actores civiles, legales, ilegales y paralegales; en escenarios
donde el uso de la violencia se instala como estrategia del ejercicio del poder sobre
un territorio y un colectivo (Galindo Hernández, 2015). La cooperación explícita y
cerrada entre los distintos actores estatales y no estatales en zonas de conflicto, en
especial bajo el control de redes de crimen organizado, dificultan todavía más las
indagaciones. Por ello, en la medida en que sea posible la comprensión de estos
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