Page 168 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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fenómenos,  será también factible  establecer líneas  de intervención para instaurar
        formas de convivencia alternativas.

               Tanto en el espacio de la subjetividad como en la colectividad, la percepción
        de consignas resultado de juicios y dictámenes, constituyen una interpretación que no
        se encuentra como producto de la elaboración de un juicio singular y colectivo, sino
        que adviene en su formulación de manera anónima. La acción impersonal, anónima
        y espontánea parece responder a afectividades  ambivalentes. Oscilan  entre la
        deliberación racional y la orientación por sentimientos de justicia que devienen en su
        contrario, cuando la coartada de la masa se da paso a acciones impregnadas de
        xenofobia y de tratos crueles, inhumanos y degradantes. Esta estrategia didáctica,
        esta pedagogía de la crueldad, a decir de Segato  (2018), no solo se manifiesta en
        la falta de solidaridad, sino en las prácticas que orientan la resolución de problemas,
        colectivos y singulares,  informalmente  la experiencia  subjetiva. Considerar  al
        linchamiento como una pedagogía de la  crueldad es útil para señalar el recurso
        violento e impune, anónimo y abierto, en escenarios donde la inseguridad atraviesa
        los horizontes de comprensión. Cuando la exposición del otro tiene la inmediatez de
        una presencia que se interpreta desde el cuerpo, acciones y enunciados sobre el otro
        se convierten en una empresa predadora que intensifica primero la angustia, después
        la violencia y, por último, la crueldad. Tres momentos detonados en un mismo acto.
        Ninguna  otra  significación  conviene  mejor  al  linchamiento  en  tanto  violencia  que
        persigue, sanciona y castiga. La interpretación de esa violencia en términos de poder
        muestra la performatividad de las consignas como salida a la perplejidad del radical
        sinsentido de la violencia.

               Con  la hipótesis del enemigo,  el linchamiento  retorna  la violencia mítica,
        fundacional, como una especie de crimen que no pude cometerse sin exponerse
        a unos peligros no menos graves (Girard, 2005). La violencia mimética se reitera en
        condiciones  de  inseguridad y exposición,  cuyo  efecto  de  perplejidad genera  una
        respuesta violenta y automática, sea a través de consignas, juicios y dictámenes, o
        por medio de agresiones físicas. Elías Canetti considera al linchamiento como una
        forma desvergonzada de la muta, siendo esta una feroz e implacable determinación:








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