Page 175 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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olvido que se encuentra fundamentalmente anclada a una experiencia que exige
enfáticamente asumir responsabilidades en el ámbito político.
El linchamiento es un asesinato administrativo en masa, en muta, que deja
huellas en el imaginario social y marca la continuidad de la historia de las comunidades.
El acto del linchamiento no es tan terrible porque implique el nacimiento de una
nueva exhibición del crimen, la impunidad o una crisis del Estado, sino porque la
serie de actos que lo integran implican una ruptura con las formas de comprensión
y resolución de conflictos, con las maneras en las cuales la vida se resuelve en su
experiencia singular y colectiva. En este sentido, el linchamiento no solo implica una
exigencia moral y política, sino también epistemológica, en donde el juicio singular
queda suspendido o anulado por la consigna, el estereotipo y la injuria acusatoria.
Arendt, en Los Orígenes del Totalitarismo, afirma: “Me parece obvio que
todo esto haya exigido no solo una lamentación y una denuncia, sino también una
comprensión” (1998: 8). Siguiendo a la autora alemana, la comprensión implica
examinar y soportar conscientemente el peso que los acontecimientos ponen sobre
cada uno –sin negar su existencia, ni someterse tranquilamente a su peso como si fuera
inevitable. Comprender implica enfrentarse de forma radical, atenta y resistente, con
la realidad –aunque sea la más funesta e inadmisible. Comprender el linchamiento no
solo tiene un carácter explicativo motivado por el deseo de saber, sino que resguarda
una dimensión de cuidado por el mundo.
Los linchamientos no son expresiones irracionales, ni manifestaciones salvajes
de comunidades iletradas y carentes de cultura, tampoco son aberraciones inevitables
de las culturas o consecuencias inevitables del neoliberalismo salvaje, son eventos
históricos y acciones humanas cuya contingencia exhorta a la corresponsabilidad
de hacerse cargo, de forma singular y colectiva, de la realidad histórica (Mardones,
2005; Arendt, 2008; 2010).
La disparidad entre el cambio social y tecnológico, y la movilización política
de grupos distintos en un contexto de lento desarrollo de las instituciones políticas,
puede detonar fenómenos de violencia que rebasen la comprensión humana. Pero
¿no es aquello que desmesura al pensamiento lo que demanda formas distintas
de abordaje? El planteamiento ético y epistemológico (epistémico) no excluye
a los perpetradores, convoca a todos los actores involucrados, incluyendo a los
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