Page 62 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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Aproximadamente cuarenta minutos estuvieron escuchando la
                               historia del pueblo y acerca de los abusos de poder del párroco
                               Meza Pérez. De pronto, el ambiente se inquietó. Alguien echó
                               a vuelo las campanas de la iglesia, y, según publicó el Diario de
                               Puebla en su edición del 18 de septiembre de 1968, desde “un
                               magnavoz que estaba colocado en el centro del pueblo se dejó
                               escuchar la voz de alarma, haciendo saber que allí se encontra
                               ban comunistas y repartirían propaganda”. El mismo periódico
                               señaló cómo los pobladores, obedeciendo la voz del cura, impi
                               dieron el hecho linchando a quienes consideraban “enemigos
                               de la creencia católica” y el gobierno bajo su manto. Así, la
                               calle se fue llenando de voces en náhuatl. Cuando preguntaron
                               sobre qué sucedía, Lucas los calmó, pero entre los gritos se es
                               cuchaba de pronto alguna voz en castellano, diciendo: “¡Ya lle
                               garon los asesinos!”, “¡Ladrones!”. Alguien había metido ideas
                               en la cabeza de la gente (CNDH, 2022).


               El desprecio, el miedo, la aversión y el conjunto de emociones, según Ngai
        (2005), se atribuyen a grupos ya constituidos como peligrosos que se mantienen así
        por generaciones. Este prejuicio aparece sedimentado por experiencias sociales e
        históricas que son fuente de prejuicios y estereotipos, en tanto que no son innatos
        sino fruto de un proceso cultural capaz de ser transformado en su eficacia simbólica.
        El tejido social de San Miguel Canoa, de su territorio y pobladores, remite a la noción
        de lo inamovible, así como de un estancamiento simbólico que anula la emergencia
        de otras experiencias histórico-sociales. La reiteración del estereotipo en su debilidad
        recuerda  a Foucault  (2015)  en  Historia de la Locura  en  la Época Clásica,  cuando
        hace referencia al siglo XVI en una sociedad que excluyó, por medio del destierro
        y el internamiento a locos, vagabundos, sifílicos, pobres, y a todos aquellos que no
        cumplían con los códigos morales de la época. La obra permite considerar cómo la
        sociedad establece códigos de comportamiento, tanto individuales como colectivos,
        que la sociedad establece a través del tiempo.

               Los  linchamientos,  en  este  sentido,  no  solo  son  actos  ilícitos donde  los
        linchamientos constituyen  un  tipo de  acción  colectiva (tumultuaria) de carácter
        acremente  violento  (fatal)  en  que  los  participantes  manifiestan  un  alto  grado  de
        indignación moral (irritación compartida) en respuesta punitiva no legal (sin debido
        proceso judicial) a conductas de individuos (ofensores-víctimas) que atentan contra


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