Page 64 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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lograron sobrevivir, heridos, lastimados, incrédulos. Alberta García, hija de Lucas García,
        señala que San Miguel Canoa padeció la marginación de las comunidades vecinas
        y lejanas. El linchamiento hilvanó los hilos de estigma para apartar del medio social y
        de la interacción a quienes recibieron la herencia del estigma y del señalamiento. El
        prejuicio coloca apropiaciones anteladas en una situación de desventaja. Para Arendt
        (2004), el prejuicio establece una defensa ante lo real. En última instancia, el prejuicio
        constituye un problema ético y político, en tanto que normaliza premisas que justifican
        el rechazo, el señalamiento y la criminalización.

               La estigmatización deviene en procesos de discriminación. La segregación
        encubre el rechazo y la desaprobación de categorías no normativas asignadas por
        una sociedad específica que impactan en las formas de vinculación comunitaria.
        El carácter  intersubjetivo del estigma diluye el entramado  social y comunitario.  Si
        bien el estigma no rompe con el vínculo social, este se encuentra articulado por el
        establecimiento de un excesivo uso de categorías que instalan circuitos ambivalentes
        de relación. La memoria cultural, que funge como articulador de un entramado
        social y territorial, instala momentos de indignación, incompletitud, riesgo, entre otras
        variantes ambivalentes, que pueden devenir en violencias mortíferas. Las variaciones
        de  esta  condición  pueden  articular  creencias  o  sentimientos  que,  incluso,  forman
        parte de habitar el mundo y relacionarse con los demás.

             C. POLÍTICAS DE LA SOBREVIVENCIA: REPARACIÓN, MEMORIA, TESTIMONIO


        La herencia cultural se encuentra proyectada por relatos, prácticas, costumbres que
        exaltan la identidad, pero también por acontecimientos impregnados de descrédito
        y vergüenza. Para Gaulejac (2019), la humillación calla las violencias sufridas, obliga al
        repliegue sobre sí mismo para cultivar un sentimiento de ilegitimidad, a sentirse menos
        que nada. La vida dañada no solo irradia malestar para quien lo padece, también
        para quien lo genera. En sus variaciones afectivas, el mal irradia consecuencias para
        quienes participan de sus circunstancias. Genera efectos no siempre proporcionados
        a sus motivaciones.

               En este sentido, en la soberana decisión de ejercer daño confluye la protección
        y la negación de la vida a través del poder. Este mecanismo se relaciona con la vida
        desde el exterior, de manera trascendente, tomando posesión de los cuerpos a través
        de una sentencia de muerte, reestableciendo así la práctica soberana y cristalizando
        la decisión de vida y muerte.
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