Page 63 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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la vida, integridad, dignidad o patrimonio de miembros del colectivo (víctimas-
ofensores), y que expresa la crisis de autoridad (pérdida de confianza en los aparatos
de procuración y administración de justicia, así como de representación política)
debida a la ineficiencia en el desempeño de las funciones públicas (Rodríguez &
Veloz, 2014; CNDH, 2019).
Si bien constituyen una de las expresiones más graves de la crisis en
materia de inseguridad, e impunidad, así como consecuencia de la desconfianza
y descomposición institucional, demarca una organización del entramado ético
bajo la premisa de una integración social. Siguiendo los análisis de Foucault, lo
excluido y lo incluido, lo reconocido y lo desconocido, el dentro y fuera, establecen
binarismos políticos en los procesos de organización de la sociedad. La construcción
de identidades sólidas, fijas instaura coordenadas dispuestas a la desaprobación,
señalamiento y estigmatización que diseminan las dinámicas de poder.
“Esos vándalos comunistas se quedarán con sus tierras y violaran a sus mujeres”
(González, 2019), fue una de las arengas que motivaron a los vecinos de Canoa para
tocar a la puerta del número 9 de la calle Benito Juárez. Llevaban machetes, piedras,
palos y pistolas (CNDH, 2022). Lucas García García recibió un machetazo en el cuello
cuando abrió la puerta para dialogar. Su familia fue testigo de ello. Su hija Alberta cuenta:
mi madre a cada rato me platicaba para que nunca se me
olvide, y yo le decía, ‘y por qué le hicieron eso’. Dice, ‘de
momento se escucharon las campanadas. Se levantó el pueblo,
cuando le dijo mi papá, pues qué hiciste, dijo, ‘nada’, pues
entonces les dijo, párense’. Los querían sacar, pero cuando ya
estaban las personas allá en la puerta, ya lo cortaron con el
hacha y ya cuando mi papá les dijo, ‘qué les pasa’, le dieron el
hachazo en el cuello, se quiso escapar, pero se vino a morir en
el puente (González, 2019).
La turba comenzó a acusarlos de llevar propaganda. Los golpearon. La gente
estaba convencida de que eran enemigos del orden, ladrones, agitadores, comunistas.
Estigmas que resuenan en la memoria histórica de la comunidad. En la casa de Lucas
García machetearon a Ramón y Jesús. Ahí murieron, ahí fueron linchados. Entre golpes
y contusiones los arrastraron hasta la plaza del pueblo, junto a la iglesia. La policía logró
pasar hasta las cinco de la mañana del 15 de septiembre de 1968. Julián, Miguel y Roberto
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