Page 72 - Panorama general de los linchamientos en Puebla_online
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Las preocupaciones por la paz y la reconciliación en ecosistemas movilizados  por
        la violencia presente o pasada son instrumentadas por las instituciones que instalan
        mecanismos verticales humanitarios. Desde lógicas del rendimiento y de la eficiencia
        normativa de valores liberales los buenos deseos se configuran a través de un plan
        de negocio.
                               En el tsunami  transicional,  todos  buscan trabajo, la
                               financiación  de  sus  proyectos  de  intervención,  figuración
                               política, o conversión al circuito internacional de consultores
                               bien pagos que extraen la receta de las “lecciones aprendidas”
                               en alguna esquina del sur global para aplicarla a otra, aún en
                               “estado de barbarie” (Castillejo, 2018: 10).

               La resonancia de las palabras de Alberta García, “nos quitaron todo, (…), no
        tenemos nada, nada nada. Hasta la casa destruyeron, todo lo acabaron” (González,
        2019). Ante la experiencia de devastación, de ser forzado a vivir el despojo de la
        muerte, del sentido de la muerte ¿de qué manera se puede restaurar esta experiencia
        en la historia? Cuando Lucas García fue asesinado, Alberta tenía siete meses. Hija
        de un asesinado, de un linchado en Canoa en 1968. Está viva, pero no redimida.
        Su testimonio se encuentra en el abandono, en la ruina, en la desposesión, pero la
        obra que realiza en el señalamiento de su palabra,  de una memoria irredenta,  le
        procede la crítica ante la violencia de las instituciones, de las estrategias normativas
        que burocratizan el dolor y monetizan la precarización. Quienes han perdido todo,
        resisten, sobreviven, producen gestos de un duelo a muerte con la muerte al poner
        en movimiento las imágenes del lenguaje y dinamitar los esquemas legalistas de las
        instituciones del Estado. Las formas y las fuerzas que son neutralizadas se inquietan
        nuevamente por esos gestos. Enseñan, parafraseando a Walter Benjamin, que todo
        documento de la civilización también es un monumento de barbarie.

                                  E. TEJER CON HILOS ROTOS


               Para Julián González Báez las instituciones no han hecho nada, son las causas
        sociales las que rescatan lo que vale la pena y nos acercan. Más aún, las distintas
        representaciones  de  una  justicia  transicional,  con  sus  implicaciones  y  dificultades
        codificadas,  así  como  la  compleja  red  de  elementos  legales  y  extralegales  de
        ocuparse de analizar, valorar, discernir y proponer la relación entre las causas, efectos,
        y circunstancias de las graves violaciones a los derechos  humanos  se encuentra


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